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Dios Padre habla a Sus hijos

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Dios nos lo repite varias veces en estas lecturas: “Protegeré a Mis hijos, no temáis”.

Oremos

  Padre, el mundo te necesita, todo hombre te necesita, el aire pesado y contaminado te necesitan, te rogamos querido Padre vuelve a caminar por las calles del mundo, vuelve a vivir entre tu gente, vuelve a guiar las naciones, vuelve a traer la paz y con ella la justicia, vuelve a traer el fuego de tu amor, para que así redimidos por nuestras tristezas podamos ser criaturas nuevas. Amén

Papá:

 Es tan lindo que tu digas: “Sírvanme aquí en la Tierra y yo los serviré por toda la Eternidad” pero Padre, eso jamás te lo vamos a aceptar, te serviremos aquí en la tierra y también por toda la Eternidad.

 Yo os he dado una cruz, a cada uno de vosotros en vuestra vida, para que la unáis a la Cruz de Mi Hijo. Cuando vosotros estáis cargando vuestra cruz, le ayudáis a cargar los pecados de otros de vuestros hermanos, así le aminoráis dolores a Mi Hijo. De esta forma es como os volvéis otros Cristos y así me ofrecéis vuestra vida junto a la de Mi Hijo por la salvación de vuestros hermanos. Eso es crecimiento en el amor, eso es lo que Yo deseo de vosotros.

 Jesús nos dice: Cuando pidan  al Padre digan: Padre Amado, Señor del Cielo y de la  Tierra, os amo, alabo y bendigo, en el nombre de tu amadísimo Hijo Nuestro Señor Jesucristo, que habita en mí, os pido que me concedáis la gracia de ….. (hacer la petición). Si es para bien mío y salvación de mi alma. Amén. Se reza un Padre Nuestro en acción de gracias.

En varios de los mensajes, nuestro Padre hace mención a “Cielos nuevos, Tierra nueva”, para los que no saben lo que significa, les dejamos a continuación al Apóstol San Pedro y al Profeta Isaías:

  “Pues también conforme a su promesa esperamos cielos nuevos y tierra nueva, en la cual habite la justicia” (2 Pe 3, 13).



  “He aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva, y no serán recordados los primeros ni vendrán a la memoria; antes habrá gozo y regocijo por siempre jamás por lo que voy a crear. Me regocijaré por Jerusalén y me alegraré por mi pueblo, sin que se oiga ahí jamás lloro ni quejido. No habrá allí niño que viva pocos días ni viejo que no llene sus días, pues morir joven será morir a los cien años y el que no alcance los cien años será maldito. Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos. No edificarán para que otro habite, no ablandarán para que otro coma, pues cuanto vive un árbol vivirá mi pueblo y mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos. No se fatigarán en vano ni tendrán hijos por sobresalto, pues serán raza bendita de Yavéh ellos y sus retoños con ellos; el lobo y el cordero pacerán lado a lado y el león comerá paja con el buey, la serpiente se alimentará de polvo; no habrá daño ni destrucción en mi monte santo, porque la tierra estará llena del conocimiento del amor de Dios como una invasión de las aguas del mar, dice Yavéh” (Is 65, 17).

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