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Evangelio del día y Comentario de hoy. Lunes, 13 de Julio de 2020.

Evangelio del día y Comentario de hoy – 13 de Julio

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Evangelio del día, 13 de Julio de 2020
Evangelio del día, 13 de Julio de 2020

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,34–11,1):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz, sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa. El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.»

Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

Palabra del Señor

LEYES: San Enrique, Emperador – El Santo del día (13 de Julio)

Comentario al Evangelio

Queridos amigos y amigas:

Hemos iniciado ya la 15a semana del Tiempo Ordinario. En la primera lectura de estos días escucharemos distintos oráculos del profeta Isaías. Recordemos que Isaías es uno de los grandes profetas de la tradición bíblica. El impacto de su mensaje y su personalidad hicieron que se recogiera, incluso después de su muerte, una serie de escritos proféticos que conocemos como la profecía de Isaías. En los profetas encontramos una de las primeras experiencias del Espíritu de Dios en la Biblia, por eso recitamos en el Credo: «Creo en el Espíritu Santo que habló por los profetas».

Evangelio del día, 13 de Julio de 2020
Evangelio del día, 13 de Julio de 2020

El profeta bíblico no es alguien que adivina el futuro o solo un comunicador de malas noticias. El profeta es alguien que ha tenido una fuerte experiencia de Dios y que se siente, desde esa vivencia, llamado hablar en su nombre. La palabra profética da esperanza y consuelo, denuncia e interpela, sana y libera, amplia nuestra mirada y ensancha el corazón. Como es una palabra que viene de Dios busca siempre la verdad y nos ayuda a discernir lo que es esencial. Es lo que encontramos en la primera lectura de hoy, un oráculo introductorio del Libro de Isaías, donde se denuncia una práctica religiosa vacía, que se queda en los ritos externos.

El profeta Isaías denuncia el culto religioso que esta separado de la vida. No se puede presentar una ofrenda en el altar del Señor con las manos manchadas por nuestro egoísmo. El profeta desenmascara un formalismo religioso que se desentiende y permanece al margen de un orden social injusto y excluyente. Isaías reivindica la voluntad de Dios recordándole al pueblo lo que es fundamental en el código de la Alianza: «Cesen de obrar mal, aprendan a obrar bien; busquen el derecho, socorran al oprimido; defiendan al huérfano, protejan a la viuda». Ese es el culto que a Dios le agrada cuando nuestras practicas religiosas se corresponden con un corazón dócil y atento a las necesidades del prójimo.

En el Evangelio Mateo continúa describiéndonos el estilo de vida del discípulo-misionero, evidenciando la exigencia radical de la misión. En este texto podemos captar la tensión que vivían las primeras comunidades cristianas y las dificultades dentro de las mismas familias cuando se sentían llamadas al seguimiento de Jesús. Y es que cuando se decide tomar en serio la vida cristiana se puedan dar rupturas e incomprensiones incluso con la misma familia. No se trata de no vivir con dedicación y fidelidad las relaciones familiares, pero se debe meter en el centro de nuestras prioridades el seguimiento de Jesús el amor a él «con todo el corazón, con toda la mente, con todas nuestras fuerzas» (Mc12,30).

La exigencia del discipulado está, como nos advierte Jesús, en «tomar su cruz para seguirle». Seguir al Maestro implica para el discípulo morir a su mismo. Curiosamente al perder la propia vida, al entregarla al servicio del Reino de Dios, es cuando la encontramos en plenitud, porque se entra en la dinámica del don, en la donación de la propia vida. Pidamos al Señor la gracia de hacer nuestro su estilo de vida, de vivir su propuesta novedosa y alternativa. Para que nuestras acciones, por pequeñas que sean, como dar un vaso de agua, sirvan para aliviar algo el sufrimiento de nuestro mundo y ser una Buena Noticia para los que nos rodean.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com

Fuente www.ciudadredonda.org

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