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Invocaciones a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

Invocaciones a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

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Oh Madre del Perpetuo Socorro, a Vos cuyo solo nombre inspira confianza. ¡Madre de amor, venid, venid en mi socorro! En el momento peligroso de la tentación, para que yo resista.

 Venid a mi socorro, oh Madre bondadosa  

Cuando haya tenido la desgracia de pecar, para que vuelva a levantarme.

Venid a mi socorro, oh Madre bondadosa

 Si algún lazo funesto me encadena al servicio del demonio, para romperlo.

Venid a mi socorro, oh Madre bondadosa

 Contra las seducciones del mundo, las compañías peligrosas y los libros perniciosos.

Venid a mi socorro, oh Madre bondadosa

Si vivo en la tibieza, para reanimarme. En la recepción de los sacramentos y en el cumplimientos de los deberes de la piedad cristiana.

Venid a mi socorro, oh Madre bondadosa

 En todas las pruebas y trabajos  de la vida. 

Venid a mi socorro, oh Madre bondadosa

 Contra mi propia inconstancia, y para perseverar hasta el fin. 

Venid a mi socorro, oh Madre bondadosa

Para que os ame, os sirva y os invoque siempre. 

Venid a mi socorro, oh Madre bondadosa

 Para que incline al prójimo a amaros, a serviros y a invocaros. 

Venid a mi socorro, oh Madre bondadosa

¡Oh Madre mía, hasta mi último día, hasta mi último suspiro!

 Se pide lo que se desea alcanzar.

 ORACIÓN

 Oh Santísima Virgen María, que para inspirarnos una confianza sin límites, habéis querido tomar el dulcísimo nombre de «Madre del Perpetuo Socorro»,, yo os suplico me socorráis en todo tiempo y en todo lugar: en mis tentaciones, después de mis caídas, en mis dificultades, en todas las miserias de la vida y sobre todo en el trance de la muerte.  Concededme ¡oh amorosa Madre! el pensamiento y la costumbre de recurrir siempre a Vos; porque estoy cierto de que si soy fiel en invocaros, vos seréis fiel en socorrerme.  Obtenedme pues esta gracia de las gracias, la gracia. de suplicaros sin cesar con la confianza de un hijo, a fin de que por la virtud de esta súplica constante obtenga vuestro Perpetuo Socorro y la perseverancia final.  Bendecidme ¡oh tierna y cuidadosa madre! y rogad por mí ahora y en la hora de mi muerte.  Así sea.

JACULATORIA

 ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!  Concededme vuestro omnipotente auxilio y haced que yo os lo pida sin cesar.  Así sea.

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro!, proteged también a los que amo: al Santo Padre, a la Iglesia, a mi patria, a mi familia, a mis amigos y enemigos, a todos los pecadores y en fin a las almas del Purgatorio.  Venid en su socorro.  Así sea.

¡Oh María Madre del Perpetuo Socorro! rogad por mí.  Mi Protector, San Alfonso, haced que en todas mis necesidades, recurra a María.

100 días tres veces al día.

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