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San José de Leonessa, presbítero capuchino: el Santo del día, 4 de Febrero. Historia y Oración

El Santo del día, 4 de Febrero: San José de Leonessa

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San José de Leonessa
San José de Leonessa

En Amatrice, lugar del Abruzo, san José de Leonessa, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que en Constantinopla sostuvo en su fe a los cristianos cautivos y, habiendo sufrido grandes tribulaciones por haber predicado el Evangelio incluso en el palacio del Sultán, regresó a su patria y se distinguió por atender a los pobres.

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La vida

(Fuente es.catholic.net) Este santo nació en 1556 en Leonessa en Umbria, y a la edad de dieciocho años hizo su profesión como fraile capuchino en su ciudad natal, y tomó el nombre de José, en lugar de Eufranio, su nombre de pila.

Era humilde, obediente y mortificado en grado heroico, y tres días a la semana no tomaba otro sustento que pan y agua. Generalmente predicaba con un crucifijo en la mano, y el fuego de sus palabras inflamaba el corazón de sus oyentes. En 1587 fue enviado a Turquía como misionero entre los cristianos de Pera, suburbio de Constantinopla. Allí animaba y servía a los esclavos cristianos de las galeras con maravillosa devoción, especialmente durante una peste maligna, de la cual se contagió, aunque después recobró la salud. Convirtió a muchos apóstatas, y se expuso al rigor de la ley turca cuando predicaba la fe a los musulmanes. José fue encarcelado dos veces, y la segunda vez lo condenaron a cruel muerte.

Mediante afilados garfios que atravesaban una de sus manos y uno de sus pies fue colgado de una horca. Sin embargo, después de haber sido torturado por muchas horas, fue puesto en libertad y se le conmutó su sentencia por el destierro. Desembarcó en Venecia y, después de una ausencia de dos años, regresó de nuevo a Leonessa, donde reanudó sus labores con extraordinario celo. Hacia el fin de su vida sufrió mucho a causa de un tumor. Para extirpárselo, fue sometido a dos operaciones durante las que no exhaló el menor gemido o queja, sosteniendo todo el tiempo un crucifijo sobre el cual tenía fijos los ojos. Cuando se sugirió que antes de la operación debería ser atado, señaló el crucifijo, diciendo: “Este es el lazo más fuerte; esto me sujetará mejor que cualquier cuerda lo haría”. La operación no tuvo éxito y San José murió felizmente el 4 de febrero de 1612, a la edad de cincuenta y ocho años.

Oración

¡Qué hermoso resplandece el crucifijo,
en un predicador arrebatado;
Jesús es la bandera del amor:
José de Leonisa lo alza en alto!

Jesús es el mensaje, el Evangelio,
su siervo mensajero es el heraldo:
él es la medicina, él es la fuerza,
él es la luz, el rostro contemplado.

Y fueron sus caminos hasta Oriente,
y en garfios de martirio fue colgado;
mas Cristo lo quería voz y seña,
y torna a Italia, sano y liberado.

Apóstol andariego de los pobres,
tu fe contemplativa es un regalo;
tu fe cristiana es Monte de piedad
para el hambriento y el necesitado.

José de Leonisa, fuego ardiente,
pasión de Dios que busca ser amado;
condúcenos por senda franciscana
de Paz y Bien perenne en nuestros labios.

¡Honor a Jesucristo, Misionero,
que vive y ama y reina y sigue hablando:
que el mundo entero rinda su homenaje,
en unidad divina, oh Todo Santo! Amén.

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